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Así fue la trágica embestida a los dos guardias de Barbate: «¡Quillo, estoy perdiendo sangre!»

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Estremecedoras imágenes que muestran el terrible ataque a los agentes de la Guardia Civil tras ser embestidos por una narcolancha en el puerto de Barbate. THE OBJECTIVE ha tenido acceso en exclusiva al vídeo grabado a través de la GoPro de uno de los tripulantes. «¡Quillo, estoy perdiendo sangre!», gritó el agente fallecido en acto de servicio David Pérez mientras sus compañeros se percataron de que habían perdido a Miguel Ángel Gómez.

El vídeo, de 11 minutos de duración, muestra cómo vivieron los agentes la embestida mortal que acabó con la vida de dos guardias civiles que durante la noche del 9 de febrero fueron enviados a alta mar pese a las malas condiciones climatológicas –debido al temporal Karlotta– y la ausencia de una embarcación en buenas condiciones.

«Que vienen, que se vea que tenemos encendidos los rotatorios», grita uno de los agentes. Tras una embestida, otro de ellos ordena: «Disparad al aire, coño, que van a por nosotros». La tensión, incertidumbre y preocupación por poder llegar sanos y salvos a casa esa noche comienza a relucir. «¿Disparo (al aire)?», pregunta uno de ellos. «Quillo, saca el arma», insiste su compañero. «Ya está, ya está el arma aquí», contesta el agente. Y, mientras se acerca la narcolancha que les embistió, los agentes disparan al aire con el deseo de que los delincuentes se marcharan y dejaran de enfrentarse a los guardias civiles. Pero esta última embestida fue mortal.

David grita de dolor. «¿Cómo estás?»; «¿Estás bien?», le preguntan angustiados sus compañeros. Este sigue quejándose debido al dolor insoportable que estaba sufriendo en ese momento. «Quillo, estoy perdiendo sangre, estoy perdiendo sangre», avisa David al resto. «Tened cuidado a ver si vienen otra vez», advierte uno de ellos angustiado. «Hacedme un torniquete», pide David a sus compañeros.  

Se disponen a salir hacia el Puerto con el objetivo de estar a salvo. «Venga, vamos a llegar, que no vengan por detrás», grita uno de estos héroes esperanzados de llegar todos juntos. «¿David cómo estás?», vuelven a preguntar preocupados. «Quillo, me he cortado hasta el pie», le responde. «Que alguien me agarre aquí en el brazo para no desangrarme», pide. «Venga, compañero, tranquilo, vamos», dice uno de ellos entre lágrimas.

«Que no vengan», vuelven a pedir. «¿Oye, estamos todos los compañeros?», pregunta uno de ellos. «Sí, sí», responde otro. Pero en ese momento, se percatan que Miguel Ángel Gómez no estaba. «Miguel Ángel, Miguel, Miguel Ángel, falta Miguel Ángel, ¿no?», pregunta, asustado, uno de los agentes. «Falta un compañero», grita otro. «¡Quillo, falta Miguel Ángel, me cago en la puta!», dicen entre lágrimas. Angustiados y rotos de dolor se dirigen a la costa.

Errores en la cadena de mando

Estas imágenes revelan el aterrador suceso que vivieron los agentes. Les mandaron a la guerra sin armas y, por el momento, no hay una investigación que aclare los errores cometidos por la cadena de mando en el operativo que acabó con la vida de dos guardias civiles, Miguel Ángel y David, en Barbate (Cádiz), el pasado 9 de febrero. Ni el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, va a dimitir por estos hechos.

Agentes consultados por este periódico recalcan que se cometieron un cúmulo de errores desde la cadena de mando, aunque sopesan que, lamentablemente, no asumirán responsabilidades. «No debieron habernos mandado a la guerra sin armas», manifiestan. Y es que, tal y como desveló THE OBJECTIVE, el litoral de Cádiz llevaba al menos 24 horas con el Servicio Marítimo de la Guardia Civil en cuadro cuando se produjo la embestida de la narcolancha contra una zódiac del Instituto Armado en el puerto de Barbate que segó la vida de los agentes Miguel Ángel González Gómez y David Pérez Carracedo. 

Según revela un chat interno de las fuerzas de seguridad de la zona, el jueves 8 de febrero, es decir, un día antes del suceso mortal, las seis embarcaciones de esta unidad de vigilancia estaban averiadas. Distintos agentes advirtieron en este grupo que el Servicio Marítimo estaba inoperativo en la provincia gaditana a raíz de la desaparición de Salvador Mariscal Benavides, un vecino de San Fernando (Cádiz). El hombre, de 74 años, había salido a pescar en la mañana del jueves y desde entonces no se había vuelto a saber nada de él. Pero, ninguna patrullera, sin embargo, podía salir en su busca porque todas estaban estropeadas, explicaba un guardia civil destinado en la zona.

Este escenario fue el que precipitó todo lo que ocurrió pocas horas después en el puerto de Barbate. Seis embarcaciones, que llevaban todo el día merodeando por la zona, se refugiaron en el recinto portuario del municipio por el temporal, la tormenta Karlotta azotaba fuertemente toda la costa. Ante esto, el alcalde del municipio dio aviso a la Subdelegación del Gobierno en Cádiz y esta última a la Guardia Civil, que a través de su oficina operativa comenzó a diseñar una solución. ¿El problema? No había ninguna patrullera disponible para identificar a los tripulantes de las narcolanchas. Ni ninguna de otra demarcación podía llegar por el temporal. Sin embargo, el coronel y el capitán al mando ordenaron, sin medios, la salida de los agentes. Y ellos, por supuesto, no le acompañaron porque «no era necesario», según han manifestado en la documentación que obra en la causa judicial.


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